Crónicas de viaje 4 Desde MadridPor Mario Abad Schoster, enviado

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Madrid es el prototipo de ciudad en la que se invierten los patrones: de “Hacer la América” a “Hacer la Europa”. En esta época, a diferencia de los que ocurrió en el siglo pasado, los patrones cambiaron radicalmente. Antes, los españoles acuñaron el término “Hacer la América”. Hoy la figura se ha invertido: los americanos huyen de su triste realidad para “Hacer la Europa”
“Hacer la América” se refería al sueño de una vida EN EL mejor que llevó a muchos a dejar su país para buscar fortuna en el Nuevo Mundo. Esta expresión era común, especialmente entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, cuando muchos europeos emigraban a América buscando oportunidades laborales y económicas para alcanzar una vida mejor en América. Más allá de la riqueza, se buscaba un futuro más próspero y con mejores condiciones de vida.
Esto llevo a las ciudades a modificar sus patrones de vida e incorporar nuevas formas con inmigrantes. Hoy en España es difícil encontrar ya a los antiguos “pateros” (hombres de campo).
La Gran Inmigración para “hacer la América” se produjo entre 1880 y 1930, en el Madrid ignorado donde reinaba la muerte. Cuando la década de los 50 avanzaba, la situación de España contrastaba fuertemente con la de los países industrializados de Europa: Alemania, Francia, Bélgica, Reino Unido, Suiza, Holanda. En la década de los 60 hubo dos millones de emigrados. Conforme documentó Félix Santos en su libro Exiliados y emigrados: 1939-1999.
Félix Santos afirma que la historia económica de la posguerra española ofrecía una política de autarquía como consecuencia del bloqueo y del aislamiento internacional; escasez generalizada y hambre. Esos miles de españoles que emigraban eran trabajadores ignorantes, poco calificados, de la construcción, de la industria o de servicios en pequeñas empresas o negocios familiares, o trabajadores del campo. Dispersos por Europa y América y otros continentes, 1’200,000 españoles emigraron (551,451 a Europa; 596,148 a América; y el resto a África, Asia y Oceanía)
Después de la década de los 70 se ha invertido la tendencia en España, que de ser un país de emigrantes ha empezado a ser un país de inmigración. En 1980 la población extranjera en España ascendía a 182.000 personas, cifra que en 1990 había superado las 400.000. A ese número habría que sumar los ilegales que podrían superar los 200,000, aunque es difícil fijar una estimación, asegura Félix Santos en su libro Exiliados y emigrados: 1939-1999.
El crecimiento poblacional de España se debió al incremento de personas de nacionalidad extranjera, que compensó la reducción de las de nacionalidad española.
Las principales nacionalidades de los inmigrantes durante el primer trimestre de 2023 fueron la colombiana (con 44,300 llegadas a España), la marroquí (23,200) y la venezolana (21,500).
Las principales ciudades españolas con mayor número de habitantes son Madrid y Barcelona, aunque si se considera la proporción de inmigrantes, las ciudades costeras como Torrevieja y Benidorm también han comenzado a cambiar sus patrones de vida.
Madrid se ha convertido en un importante destino para inmigrantes, con un crecimiento poblacional significativo impulsado por la inmigración, especialmente de origen latinoamericano. La capital española Madrid, al igual que otras grandes ciudades, ha experimentado un significativo crecimiento t un caos de ese incremento demográfico.
La población extranjera representa alrededor del 19% de la población total de la ciudad con un incremento de más de 120 mil 500 habitantes cada año (de 2023 a la fecha).
Según datos oficiales del ayuntamiento madrileño, Madrid: Con más de 3’460,000 habitantes, es la ciudad más poblada de España. Le sigue Barcelona: Con 1’664,182 habitantes. Después, siguen Valencia, Sevilla, Zaragoza, Málaga, Murcia, Alicante, la Coruña y Vigo.
Los motivos de este fenómeno se vinculan con la falta de trabajo, la persecución político-ideológica, la inseguridad producto de la violencia, las guerras, la persecución étnico religiosa, los problemas socioeconómicos, el mejoramiento de la calidad de vida, la búsqueda de desarrollo individual o familiar, oportunidades de empleo y educación, acceso a bienes y servicios, entre otras.
La migración y los tiempos modernos presentan desafíos complejos relacionados con la doble ciudadanía, con la integración, así como de economía, relaciones sociales y políticas, y la consecuente carencia de servicios.
La migración genera tensiones sociales, problemas de integración, y en algunos casos, aumento de la inseguridad social, explotación laboral, violencia creciente, alto nivel de desocupación y subocupación.
Los tiempos modernos, con su creciente globalización e interconexión, también presentan desafíos como la desigualdad, la crisis climática, y la inestabilidad social que pueden influir en los flujos migratorios.
En materia lingüíistica estas migraciones humanas ponen en contacto comunidades culturales e idiomas diferentes.
De su contraste y mezcla surgen muchos fenómenos interesantes, como el bilingüismo y plurilingüismo o la formación de lenguas criollas, y manifestaciones xenofóbicas y racistas, expresados con términos despectivos o estrategias verbales y retóricas sutiles de marginación y discriminación. Esto ha dado lugar a neologismos, préstamos y acepciones figuradas de palabras ya existentes.

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